manecillas

Imposible como una huella sin pasado, un ahora sin presente o un futuro sin polvo. Imposible, sí, que caiga la tarde en brazos del tiempo detenido.
Una llovizna rancia bate las palmas con desgana, rompiendo el silencio en afilados trocitos de vidrio; los mismos que coronaban la tapia de las frases sin caligrafía. En el callejón de las noches erráticas, el azar se pintaba con el tizne del deseo y el mundo daba vueltas verdes sobre el cálido paño de una mesa de billar.

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