Desacuerdos

 

En la última reunión de la comunidad de vecinos, celebrada anoche en la puerta de la calle, no se llegó a ningún acuerdo. Había sido convocada de urgencia por la tarde con el problema del loro como único punto del orden del día. Después de que cada uno de los asistentes voceara sus argumentos, sin respetarse casi nunca el turno de palabra, se procedió a la votación. 5 votos a favor de abrir la jaula donde vive a cuerpo de rey el loro, para que huyera (a su dueña, la anciana, pelos de loca, de la puerta 8 se le escapó aquí una risita) con sus gritos a otra parte y permitiera así conciliar el sueño a ciudadanos de bien (según palabras del vecino de la puerta 13); 5 votos a favor de presentar una denuncia en el juzgado de guardia (si hasta ni hacer el amor podemos con esos sustos que nos da el puto loro dijeron a la par el matrimonio joven de la puerta 7); 5 votos a favor de pagarle a la dueña (esta vez la anciana, pelos de loca, soltó una carcajada) el alquiler de una casita de campo a las afueras de la vieja ciudad (está junto a una gasolinera abandonada y una antigua discoteca cerrada a cal y canto después de un incendio provocado en los gloriosos tiempos de la ruta del bacalao, y mi hermanastro nos la alquilaría por una módica cantidad al mes, explicó el vecino de la puerta 9); 5 votos en contra de cualquier medida; 1 abstención (puerta 4); 1 voto en blanco (el anciano del piso tutelado de la puerta 12) y 1 voto nulo (el okupa de la puerta 17).

Se decidió pues, a la vista de los resultados, esperar el cambio de año. El loro siempre grita lo mismo, y tal vez a partir del 1 de enero de 2021 vuelva a dormir por las noches, con o sin luna nueva, como antes de que comenzara todo. Sin nada más que añadir, ya era casi la hora del toque de queda, cada mochuelo a su olivo (fueron las últimas palabras del presidente, el policía nacional jubilado  que vive en el ático con un gato y el recuerdo de su mujer.) 

De madrugada, la escandalera emplumada de los últimos días. Me pilló en las entrañas de un sueño de nieve. Una noche sin eco, una calle de hielo verde, gritos tropicales: ¡A la mierda 2020! ¡A la mierda 2020!...




No hay comentarios:

Publicar un comentario