Apenas un leve tropiezo
bajando por la escalera, imprevisto rastro de las caricias de un lejano
entonces, cuando se ha cruzado con una enfermera que fumaba a escondidas como
si le fuera la vida en ello. ¿Por qué sus lágrimas?
Camina hasta la cercana
parada del autobús. Nunca va en su coche al hospital y no soportaría la nuca de
ningún taxista, ni otros ojos en un espejo retrovisor repentinamente cómplice.
Lápiz de labios, cristales empañados contra el tiempo, un osito de peluche
manchado de madrugada....
Ella dormía con una
sonrisa a pesar de todo y no ha querido despertarla. En el cielo azul hay una
nube que tiene forma de tipi y no sabe si le quedan viajes en el bonobús. Pero
no importa, lleva suelto por si acaso. Una moneda de un euro y otra de
cincuenta céntimos, lo justo. Ni más, ni menos. Y no, no se olvidará de darle
de comer al loro.
menos mal...
ResponderEliminary que un beso... claro...