Babo se quedó encerrado
una vez en un ascensor. Recuerdo que me llamó por teléfono mientras permanecía allí. Aunque siempre fue muy dado a disimular sus miedos, su voz era tranquila
y clara. Le pregunté si había alguien con él, porque me pareció oír de fondo una
risa. No, nadie más que él y él mismo dentro del espejo. Me contó que no
conseguía resolver de manera bonita un viejo problema planteado por Lewis
Carroll; que los versos con los que Antonio Machado acababa su poema dedicado a
Pío Baroja eran: “De la rosa romántica, en la nieve, / él ha visto caer la
última hoja.”; que Cicatriz, la novela
de Sara Mesa era dabuten; y que echaba de menos las tardes eternas de billar
que tantas veces nos habían atrapado. Recuerdo que volví a preguntarle. Esa vez
me pareció haber escuchado la sirena de un coche-policía de juguete. No, no.
Imaginaciones mías. Que ya me seguiría contando cuando lo sacaran.
¡Anda!Pues yo diría que en mi ascensor no hay cobertura.
ResponderEliminarTomo nota: "Cicatriz". En versión original. Será un placer. Gracias