Desahucios (3)



Babo se quedó encerrado una vez en un ascensor. Recuerdo que me llamó por teléfono mientras permanecía allí. Aunque siempre fue muy dado a disimular sus miedos, su voz era tranquila y clara. Le pregunté si había alguien con él, porque me pareció oír de fondo una risa. No, nadie más que él y él mismo dentro del espejo. Me contó que no conseguía resolver de manera bonita un viejo problema planteado por Lewis Carroll; que los versos con los que Antonio Machado acababa su poema dedicado a Pío Baroja eran: “De la rosa romántica, en la nieve, / él ha visto caer la última hoja.”; que Cicatriz, la novela de Sara Mesa era dabuten; y que echaba de menos las tardes eternas de billar que tantas veces nos habían atrapado. Recuerdo que volví a preguntarle. Esa vez me pareció haber escuchado la sirena de un coche-policía de juguete. No, no. Imaginaciones mías. Que ya me seguiría contando cuando lo sacaran.  

1 comentario:

  1. ¡Anda!Pues yo diría que en mi ascensor no hay cobertura.
    Tomo nota: "Cicatriz". En versión original. Será un placer. Gracias

    ResponderEliminar