El camino de regreso a
la que una vez creyó su hogar lo recorrió siguiendo las pistas que el azar, su
imaginación o el recuerdo insumiso iban dejando a ambos lados de la tarde clara
que tanta primavera auguraba. En un trozo de sol (tentación infantil tendría
luego de perfilarlo con tiza como el investigador un cadáver, o la pareja
adolescente un corazón en la acera de su mundo), una anciana, pelos de loca, lo
saludó por su nombre inventado, Babo. Él, al borde de una íntima emoción,
fingió no conocerla y siguió andando sin mirar atrás. Vergonzante gorrito azul
en la misma tarde, también tibia, en que alguien tecleara por primera vez las
cuatro letras de su antigua vida de arena.
magia...
ResponderEliminar¡Cuánto me alegro de seguir tus huella...!
ResponderEliminarAcabo de leer este artículo que me recuerda a tus personajes.
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2019/02/24/span-langglpuertas-giratoriasspan/0003_201902E24P60991.htm
Besos oceánicos de
kitti