Acallan el silencio a gritos de la muerte con palabras que no saben morir, y profanan la esperanza del consuelo con lágrimas sin vida. Un sentimiento verdadero huye de las garras del espectáculo, refugiándose detrás de los labios cerrados de quien ya no puede sacarle la lengua al tiempo de los relojes ni destrozar a hachazos el plató de arenas blancas.
Como dos desconocidos, mirándonos a los ojos sólo en el instante de brindar, nos reiremos del chiste malo, tal vez uno de Lepe, que acaba de contar el camarero al otro lado de la barra; insertaremos un par de monedas en la máquina de música para resucitar al negro cubano; y como dos angelitos bailaremos, sin movernos de nuestro lugar en la nube, que se vive solamente una vez.
Como dos desconocidos, mirándonos a los ojos sólo en el instante de brindar, nos reiremos del chiste malo, tal vez uno de Lepe, que acaba de contar el camarero al otro lado de la barra; insertaremos un par de monedas en la máquina de música para resucitar al negro cubano; y como dos angelitos bailaremos, sin movernos de nuestro lugar en la nube, que se vive solamente una vez.
un beso...
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