relojes

Dentro de unos días cambiarán la hora de los relojes y todavía será de noche cuando salga por las mañanas de casa camino del trabajo. Lo prefiero así. El despertador destroza los sueños en el mejor momento, como cuando al salir del viejo cine de reestreno, sesión continua, encontraba las calles mojadas por una lluvia ya inexistente. Una farola en una esquina, un taxi de madrugada con el asiento de atrás ancho, el sabor del mar acallado por el pudor del silencio. Martes. No quiero quedarme a solas con el recuerdo de una sonrisa. Joseph Roth, bebedor y escritor: “El alcohol, sí, acorta la vida, pero impide la muerte inmediata”. Palabras demasiado trascendentes para mi humilde valdepeñas del supermercado; que me ha devuelto la cajera tres euros de un billete de cinco. Una moneda, otra, y otra. Un vaso para un primer brindis, que nunca bebo directamente de la botella si de vino se trata, cuando ya está anocheciendo detrás de la cortina. Martes, las seis palabras de otro martes.

2 comentarios:

  1. a mi me gusta salir del despacho y que todavía quede un poquito de luz...
    parece que el día sea mas largo y que de tiempo de hacer mas cosas... aunque las horas sean las mismas...
    miercoles...
    un beso

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  2. El tiempo es muy puñetero...a veces no tiene nada que ver con los relojes...
    domingo...
    un beso

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