ejes

No sé encontrar la palabra que ahora sienta lo mismo que yo; ni tampoco la canción que quisiera escuchar mientras tecleo. Pero prefiero no tristear en la hora de las antiguas nocillas. Esta mañana un compañero de trabajo ha tocado la guitarra durante el almuerzo, y por un instante, sólo un instante, hemos estado dando palmas alrededor de una hoguera. Un descampado detrás de una gasolinera solitaria, el conductor insomne que escucha la radio de madrugada en la cabina de su camión aparcado junto a un olmo, “si pudiera olvidar todo aquello que fui” en los labios de la conserje entradita en carnes, la caja con los lacitos malva para el lunes, dicen que los días son más cortos por culpa del asesino terremoto de Chile…”Prometo ver la alegría, escarmentar de la experiencia”…En la parada del autobús una mujer joven, con el rostro demacrado por la droga, abrazaba a una anciana que no dejaba de reír. Y aunque no soplaba el viento, la banderita de un coche oficial temblaba como si un niño invisible la creyera la última vela de su tarta de cumpleaños.
¿Será “anhelo”?

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