No, no sirve el tiempo de los relojes cuando vuelvo a escuchar “las cuatro y diez” de Aute. No sirve. El viejo Sam vuelve a susurrarme que el tiempo pasará, pero nos seguimos invitando a vinos, inventándonos brindis, con una sonrisa cómplice en la mirada. Hoy no hace el viento que aterrorizó al árbol de la plazoleta del barrio.Cuando era un niño me gustaba hacer volar aviones de papel, lanzándolos por la ventana de la vieja escuela. La primera vez que uno de ellos alcanzó a tocar por unos inolvidables instantes el cielo, no pude evitar cerrar los ojos. Como anoche, después de despedirme del Copperfield y de Agnes; después de apagar el flexo azul y verme corriendo, camino de casa, con una mochila a la espalda llena de librotes.
"¡Oh Agnes, alma mía! ¡Ojalá tu rostro esté así presente cuando llegue el verdadero fin de mi vida! ¡Quiera Dios que cuando la realidad se desvanezca ante mis ojos como sombras, lo encuentre todavía a mi lado, señalándome el cielo!"
ResponderEliminares el final de una novela inolvidable...
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