Lunes

 Su marido se había vuelto insoportable. Se pasaba las horas frente a la pantalla del televisor voceando al compás de tertulianos políticos y deportivos, roncaba y soñaba a gritos. O se deshacía pronto de él o se volvería loca. Una madrugada fue andando a una farmacia de guardia, al otro extremo de la vieja ciudad, y le pidió consejo a una auxiliar de ojos tristes. Nada más llegar a casa tragó la pastilla verde con ayuda de un poco de agua de manantial. El efecto fue inmediato. El aula estaba vacía y el silencio era un eco enmudecido. En la pizarra había dibujado un corazón de tiza con dos iniciales dentro enlazadas por una i griega. Bastaba, ese era el remedio, con borrar una de las dos. No llegó a conseguirlo. Se lo impidió la voz de un niño que dijo su nombre con ternura. Más guapo que Robert Taylor.   


1 comentario:

  1. magia... y robert taylor... no se puede pedir mas...
    y que un beso... claro...

    ResponderEliminar