La puerta
de la habitación es la única de toda la pensión que tiene mirilla, le dice el
recepcionista. Pero, añade, es la única que está libre. Todos los demás
clientes han preferido pasar la noche en cualquiera de las otras. A usted no le
importa, ¿verdad? Le garantizo que nadie llamará de madrugada a su puerta con
nudillos furtivos, estaré alerta. Si me hace el favor, no me coja el ascensor
y utilice la escalera. Oirá maullidos mientras suba y creerá que son de bebé,
pero le juro por mis gemelas que son de gato. No sabemos cómo se ha podido
colar y quedar atrapado en el hueco. Mañana avisaremos a un tercer técnico para
que nos solucione el problema. El primero pretendió hacer uso de un rifle de perdigones y no acertó de milagro; al segundo se le rompió la cuerda, que nos aseguró irrompible, y el brazo derecho. Aquí
tiene la llave, tire un poquito la puerta hacia usted para abrir. Del loro, ni
caso. Si necesita algo ya sabe mi paradero, en la planta cero cero, primera línea
de sueño.
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