Por la
ventana abierta de su habitación, la que da al patio de manzana, se colaban en
las noches de verano íntimas voces gemidas de acalorados y anónimos amantes. Eran
los tiempos de la vieja extrañeza, cuando la penumbra de madrugada era sólo penumbra
y no inexpugnable fortaleza de silencio y enfermiza nostalgia; y cuando los
perros lazarillos ladraban con fiereza a los desalmados que no cedían los
asientos a los ancianos en los autobuses de la vieja ciudad.
Por la ventana abierta de su habitación anoche
se coló un gato pardo. Era tío, le contó, de una gatita blanca que llevaba días
desaparecida de los tejados. No, Don Gato no tenía nada que ver. Si se enteraba
de algo, que lo avisara de inmediato, por favor. Con solo silbar, él acudiría. Que
malos tiempos para la lírica felina…y las novelas sin moraleja, añadió él.
yo lo que me pregunto es: y dónde está el loro?... y no me preguntes: qué loro!?... porque lo sabes...
ResponderEliminary que un beso... claro...