Agostos

  Gritos en el piso de arriba. Una pareja discutiendo acaloradamente en la hora de la siesta. Verano. Algo acerca de un avión, un gatito enjaulado y una multa de tráfico por exceso de velocidad. No me doy por vencido y sigo tumbado en la cama tapándome los oídos. Una cierta nostalgia araña la espalda de mi memoria. Cierro los ojos para seguir el vuelo de un avioncito de papel hasta que aterriza en un suelo de otro tiempo. Dos bocas acercándose y dos lenguas apresuradas inventando el primer beso de mayores. Una tumbona improvisada entre naranjos. Qué dulce estaba el melón de la comida, ¿por qué lloraba la vendedora de cupones dentro de su casita verde esta mañana cuando he bajado a por el periódico?, ¿cuál fue el dorsal que lucía Kempes en su primer partido oficial con el Valencia? Gira el mundo gira. Girando al fin se hace casi el silencio, apenas un gemido. Y un maullido invisible encerrando el tac tic del reloj loco.

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