No
había ningún reloj de pared ni lágrimas de colores. El sitio estaba en un
polígono industrial al que se llegaba después de la segunda rotonda tras un
desvío y de cruzar un puente sobre unas vías vacías.
Él
estaba sentado en una butaca, las dos manos sobre el bastón, y se levantaba con
cada nueva visita. Daba las gracias mirando fijamente a los ojos. Olía a la
colonia que ella siempre eligió por él. La de risas que echaron la vez del
cartoncito roto sin querer en una perfumería de Bilbao ante la mirada furiosa
del dependiente que se parecía a Robert Taylor. ¿O fue en Sevilla cuando
vinieron los del pueblo a la
Feria de Abril? ¿No sería en Villarreal el día antes de la
comunión de su niña, cuando el pequeño se escondió debajo de una cama y no lo
encontraban? ¿Robert Taylor o Tyrone Power? La marca del zorro del olvido.
- Pobrecita. ¡Qué guapa está!
- Ayer muchísimo más.
un abrazo...
ResponderEliminarQue maravilla..de lo mas bonito q he leido ultimamente.
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