Una manía como
otra cualquiera la del recorrido en sentido contrario al de las agujas del
reloj. Otro año más, este con la novedad de un bastón empuñado con mano firme,
ella buscará con la mirada, también tan callando por inocente solidaridad con
los muertos y con las lágrimas de la única maestra que tuvo, rastros de
recuerdos en las lápidas que vaya encontrando a su paso. Algunos harán que se
detenga y a ella, nunca lo confesaría, le darán vergüenza sus íntimas demoras.
Las pequeñas se habrán quedado en el coche, ya tendrán tiempo, y le sacarán la
lengua al espejo retrovisor entre risas. En el maletero, un humilde tesoro, las
botellas del vino con el que brindaremos más tarde, cuando la paella esté al
fuego y todavía quede una eternidad para el café de después, para el instante,
apenas la grandeza de un instante, en el que el silencio venza y la nostalgia
campee a sus anchas por los rincones. La mistela será, otra manía como otra
cualquiera, como los pastelitos de boniato que la acompañarán, nuestro séptimo
de caballería, nuestro nuevo brindis, implícito y rezagado. Por estar,
¡seguir!, de paso.
eres increíble... no sé que mas decir...
ResponderEliminarun beso... y hoy además, un abrazo...
"....el silencio venza y la nostalgia campee a sus anchas por los rincones...".Una maravilla.
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