Porque algunas veces, quiera o no el dueño cojo de la tienda de chucherías del barrio, conviene regresar al diccionario cuando las palabras caen en las tentaciones del disfraz. Y entonces copio, con la golosa humildad de una botellita de azúcar en la boca del niño que fui: “Solidaridad. Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros”.

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