cha, cha, chá.

Una mano bondadosa, tan valiente, intenta cicatrizar la herida de un recuerdo agitando la bola de cristal. Caen los copos de nieve en silencio sobre el idílico pueblo de las casitas de colores. Gotas de sangre, lágrimas íntimas frente al espejo de un cuarto de baño en la madrugada detenida, eterna, tecleada desde una distancia inmisericorde. Rojas, azules, amarillas; y con el tejado verde rana. Oiremos el croar tumbados sobre la hierba húmeda de nuestras almas. Sonrisas sin escarcha.

2 comentarios:

  1. precioso...
    te dejo mi sonrisa sin escarcha...
    un beso...

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  2. Verde rana era el color del paraguas de la tía Yeska... El libro no aparece en el catálogo de las bibliotecas municipales pero lo voy a encargar a la librería; necesito volver a leerlo. Voy por el quinto de la Munro: cada vez me apasiona más.
    El cha, cha, cha...la rana, ¿te acuerdas del sapo de wnefron? Es que ya tenemos un montón de recuerdos, de nostalgias.
    ¿En qué libro de la Monro leíste "Accidente", el relato que nombraste una vez? Si no lo he soñado, claro. Últimamente sueño mucho; será que al estar tan cansada duermo más; o que ya no tengo tiempo para soñar despierta; menos mal que me queda la Munro...
    Un beso para los dos.

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