renfes

De vuelta del mercadillo ambulante de mis domingos me ha alcanzado la música plegada de un acordeón callejero. Tres muñecos de trapo danzaban colgados de los hilos que parecía manejar la sonrisa del hombre de la narizota roja de plástico…“Se lo dije. Ella dijo: “Sí”. Parecía un pajarillo herido. No tengo nada que escribir. Estas son cosas que ni se olvidan ni se escriben”. Toltstoi declarándose a Sofia Bers según cuenta en su diario…Rastros de primavera en la antigua playa de las arenas blancas, cuando la luna llena era verdadera como un bolero. Amapolas rojas sobre el verde de los prados de futuros paisajes. Un tren, y lejos; y sí, sin nada que escribir.

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