catorces

Sigo con la sonrisa, a pesar de todos los pesares. Aunque la pantallita del móvil siga sin palabras y el andén de esta tarde esté tan vacío como cada domingo; aunque no sepa viajar a los Mares del Sur de Jack London ni consiga terminar el sudoku del suplemento del periódico; aunque el tiempo siga su curso. Sigo con la sonrisa. La misma que se intuye en los ojos de Adriana Ozores en el final de Nacidas para sufrir, una película que consigue emocionar. El vals de las mariposas en una verbena, en el corazón de un pueblo y un patio de butacas, con el sentimiento de las noches inciertas. Dicen, lo he leído en el artículo de hoy de Trapiello, que Afrodita no es que ame la risa sino que “en el sonreír se deleita”. Y sí. Susurro el mismo nombre que cuando he abierto los ojos esta mañana, el mismo que cuando los cerré anoche. No puedo evitar, ni quiero, sonreír.

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