alcachofas

Domingo sin el habitual, y ya antiguo, paseo por el mercadillo ambulante, donde las novelitas de vaqueros, las plantas naufragando en macetas y cinco encendedores a un euro. En la isla han desaparecido las señales de humo; los pájaros vuelan en silencio, dibujando trayectorias imposibles en su cielo sin geografía. La frase de un abrazo se enreda en la lengua del náufrago del callejón sin salida de la vieja ciudad. Detrás de la tapia, un solar; entre las hierbas, escombros. Un enorme reloj junto a un balón de playa desinflado, las dos palabras fugitivas de un crucigrama de arena, la música huida de una cajita de música. Un gato olisquea una muñeca sin ojo derecho, vestida de enfermera en la primera guerra mundial. Lágrimas por la mitad que se lleva la sirena de una ambulancia; o tal vez un coche de bomberos, o un coche patrulla. O la señal de alarma del guardián vikingo, avistando en la lejanía el perfil del barco de las mariposas rebeldes.

2 comentarios:

  1. No me hables de ambulancias que se pone mal cuerpo.
    Y creo que ya vuelve a haber señales de humo, hacía tanto frío...
    Otro beso, ¿lo quieres con sabor a alcachofa o a melocotón? Mejor... dos besos, uno de cada cosa.
    kitti

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