martes

Esperando a que acabe el año, como si dejar pasar un par de días fuera suficiente para el olvido. Recorro las mismas calles, mirando el mismo suelo, por si encuentro la manecilla del reloj que perdí mientras disimulaba mis sentimientos. Cary Grant piensa que su Ingrid Bergman está borracha cuando en realidad la están envenenando, pero al final de su “Encadenados” sabe bajarla en brazos por unas escaleras infinitas. No sirven las lágrimas de un pistolero cuando ha disparado a la persona que más quiere en su vida. No, no sirven de nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario